“La política iniciada por el BCE a partir de 2015 ha tenido un efecto nefasto sobre Europa”. Jesús Huerta de Soto, catedrático de Economía Política en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, analiza en detalle los aspectos más relevantes que giran en torno a la economía. Entrevista realizada por Javier Labiano.
Usted es economista y abogado. ¿Cómo complementa los conocimientos y habilidades de ambas disciplinas en sus actividades habituales?
La economía es una disciplina que surgió en las facultades de derecho de Europa en el siglo XIX y en ellas fueron apareciendo asignaturas de finanzas públicas que, en un primer momento, tenían como objetivo formar a los funcionarios del Estado en temas presupuestarios y de ingresos y gastos públicos. Es a partir de esas disciplinas como se desarrolla el primer pensamiento teórico de la economía. De hecho, la facultad de económicas en España no surge hasta después de la Guerra Civil, en 1946.
Es una desgracia que se haya producido esa segregación porque los economistas han salido perdiendo cuando han cortado su nexo con el estudio jurídico institucional. Y los abogados también, por todo lo que desconocen en el ámbito de la economía.
Yo no concibo ser un economista sin ser jurista y viceversa. No creo que ninguna persona dedicada al derecho pueda ser un buen profesional si no domina la ciencia económica. No se trata de compatibilizar dos disciplinas distintas, sino que son una sola. La concepción multidisciplinar y humanista de la ciencia social exige, tanto en el ámbito teórico como en la práctica de cada día, no solo un profundo conocimiento de la economía, de cómo funcionan las leyes de cooperación social en el mercado, sino simultáneamente un amplio conocimiento del armazón institucional desde el punto de vista jurídico.
¿Quizás, entonces, en las profesiones actuales faltaría un cierto concepto renacentista del conocimiento?
Claro. Es el vicio de la especialización, con el que tenemos que acabar y tener siempre una visión general, omnicomprensiva, multidisciplinar y humanista de todos los problemas.
Usted es un experto en la Escuela Austríaca, ¿cuáles de sus aportaciones a la economía considera más interesantes?
Dice usted Escuela Austríaca pero en realidad debería denominarse Escuela Española, porque sus principales contribuciones o el inicio de sus contribuciones se encuentran en nuestro siglo de Oro, en los denominados escolásticos de la Escuela de Salamanca. Ellos ya desarrollaron y articularon las ideas esenciales sobre las que pivota la teoría de la Escuela Austríaca.
Esta es una escuela de la economía que se caracteriza por su carácter humanista y multidisciplinar. Si tuviéramos que resumir cuáles son sus principios esenciales, yo diría que en primer lugar está la concepción dinámica del mercado. Es la escuela que estudia el proceso real que se da cada día en el mercado y que nada tiene que ver con los modelos estáticos de equilibrio que estudian mis colegas, los economistas matemáticos. En segundo lugar, es una escuela que desarrolla sus teorías en torno a la figura de la función empresarial.
¿En qué consiste?
El empresario entendido como todo actor, ser humano, dotado de una innata capacidad creativa, que continuamente descubre y crea oportunidades de ganancia, haciendo con ello posible el impulso y el avance del mercado y de la civilización. Toda esta concepción dinámica del mercado y la función empresarial van de la mano.
Y en tercer lugar, otra característica de la Escuela Austríaca es que está orientada hacia la libertad. Como el protagonista es el ser humano creativo, solo puede desarrollar su concepción en un ámbito de libertad. Las conclusiones de la escuela siempre tienden a fomentar y apoyar la reducción de la intervención del Estado en la economía, la reducción de la regulación al mínimo y el apoyo de la libertad de empresa y la acumulación de capital bien invertido, en un entorno en el que se respete la propiedad privada y la libertad de pacto entre las partes.
Esas tres características por tanto, liberalismo, función empresarial y concepción dinámica del mercado serían las notas distintivas más características de la Escuela Austríaca, frente a otras escuelas del pensamiento económico que se han desarrollado y que hoy se encuentran en franca decadencia y crisis. Sobre todo tras la caída del Muro de Berlín y, más recientemente, tras la crisis financiera y la grave recesión que ha afectado al mundo occidental y de la que todavía estamos recuperándonos. Y que se ha producido en un entorno de políticas monetarias por parte de los bancos centrales y políticas fiscales por parte de los gobiernos, inspiradas en los modelos matemáticos de las otras escuelas y que han fracasado ostensiblemente.
¿Cómo valora la evolución que está teniendo la economía española durante 2017?
La economía española se está aprovechando de una serie de medidas muy tímidas, pero en buena dirección, que se tomaron en los momentos más profundos de la crisis. La tesitura política en nuestro país fue tan tremenda que los gobernantes no tuvieron más remedio que hacer algunas reformas, aunque fueron acompañadas de políticas de incremento de gasto y de los impuestos que fueron muy perjudiciales. De estas reformas nos estamos aprovechando ahora, porque han facilitado el ajuste de la economía y han permitido que se recuperara competitividad y un repunte de la inversión empresarial en un entorno del mercado de trabajo algo más liberalizado.
Pero, por otra parte, la economía española también se está aprovechando de la política monetaria del Banco Central Europeo, que ha perdido completamente su rumbo en el último año y medio, cuando terminó rindiéndose a las tesis anglosajonas y empezó el programa de compra de bonos públicos y también últimamente de bonos corporativos a un ritmo, de 80.000 millones de euros al mes, que supone un crecimiento de la masa monetaria de 10% al año. Y esta política iniciada por el Banco Central Europeo a partir de 2015 ha tenido un efecto muy negativo sobre Europa. En primer lugar, ha paralizado completamente las reformas en todos los países. Y, en segundo lugar, esa inyección monetaria se solapa con las tendencias de inversión sana generadas como resultado de las medidas que comentaba antes, con un reinicio de burbuja puramente artificial.
¿En qué medida el fortalecimiento económico del país en los próximos años dependerá de factores intrínsecos o de la coyuntura internacional?
Hay unos factores intrínsecos positivos, resultado de las medidas de reforma; y unos extrínsecos, procedentes de la anómala política monetaria que está llevando a cabo el Banco Central Europeo. El futuro de nuestra economía dependerá de cuál de las dos fuerzas que ahora se están solapando prepondere.
¿Qué consejos daría para evitar o retrasar la próxima crisis económica?
He escrito un libro de 700 páginas dedicado a explicar porqué surgen las crisis económicas (“Dinero, crédito bancario y ciclos económicos”), que va por su sexta edición en español y tercera en inglés. Y en él demuestro que las crisis económicas no son una maldición de la economía de mercado, sino el resultado de un error de diseño institucional en el sistema bancario y financiero. Éste consiste en que a los bancos se les permite actuar con reserva fraccionaria, es decir, apropiarse de los depósitos a la vista de sus clientes, y utilizar una parte muy importante de esos depósitos a la vista para sus negocios particulares, concretamente para la concesión de préstamos.
Esto genera un proceso de creación monetaria de dinero virtual, que se inyecta en el sistema en forma de préstamos y que, orquestado por los bancos centrales, genera regularmente burbujas crediticias de prosperidad aparente que, tarde o temprano, inducen graves errores de inversión real. Y el mercado, que es muy eficiente, termina descubriendo esos errores y dando lugar ineludiblemente la crisis financiera y la recesión.
Ese es el guión de todas las crisis. Y la solución del problema es someter a todos los agentes económicos a los principios esenciales del derecho que exige una economía de mercado y el sistema capitalista para funcionar. Concretamente, el respeto a la propiedad privada; y, en el ámbito del contrato del depósito a la vista, eso exige que los bancos mantengan un coeficiente de caja del 100% en relación con todos los depósitos a la vista que perciban y sus equivalentes.
Usted cuenta con gran número de seguidores. ¿Cómo lo ha conseguido?
Soy catedrático de economía política en la universidad desde hace muchos años y me dedico también a la investigación y a la publicación de libros. Puedo haber creado una escuela, pero más que éxito mío es mérito de la noble tradición intelectual de la que bebo. Estas contribuciones que yo aporto a la ciencia económica básicamente ya han sido elaboradas antes por otros grandes maestros. Lo que he hecho yo, más bien, es una labor de síntesis; y también he procurado poner mi granito de arena de contribuciones originales.
Y, quizás, el éxito se deba también a haber estado en el lugar adecuado en el momento correcto. Cuando se ha producido la grave crisis financiera y la recesión han saltado por los aires los modelos matemáticos y las prescripciones de las otras escuelas; y el análisis de la Escuela Austríaca ha ocupado el vacío dejado por las otras escuelas. Por otra parte, algunas de mis clases se han grabado y colgado en internet, y algunas las han visto medio millón de personas y se han traducido a otros idiomas, lo que ha aumentado también las ventas de mis libros.
¿Qué papel está jugando el seguro de crédito a lo largo de la crisis?
En teoría, en una economía no intervenida y con un diseño institucional adecuado no habría crisis económicas recurrentes, salvo que se produjera un cataclismo mundial. Pero, incluso, en esas circunstancias el seguro de crédito seguiría siendo interesantísimo porque a nivel micro proporciona una información de incalculable valor a los clientes, que les permite clasificar y saber a quién tienen que vender, con qué límites, y a quién no; y, por tanto, optimizar su negocio.
Lo que pasa es que en el mundo real se producen regularmente esos ciclos de burbuja, crisis financiera y recesión. Y ahí el seguro de crédito actúa como colchón, como un acumulador de reservas que permite a las empresas hacer frente a los impagos. Y así es como se ha comportado el seguro de crédito en la última crisis.