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La debilidad económica de la Unión Europea lastra los negocios exteriores españoles. En 2024, su trayectoria fue prácticamente plana. Las exportaciones apenas crecieron un 0,2%, hasta totalizar 384.000 millones de euros pero, si descontamos el efecto de los precios, en realidad se contrajeron un 1,5%, lo que supone el segundo ejercicio consecutivo de retrocesos, después de 13 seguidos de incrementos, con la excepción de 2020, el año de la pandemia.
Los datos de la Secretaría de Estado de Comercio desvelan dos causas fundamentales. En primer lugar, que la dependencia de Europa, su mercado preferente, es demasiado intensa como para evitar el contagio de la atonía económica del mercado interior a donde se dirigen casi dos tercios de las ventas exteriores. El segundo factor apunta a la alarmante pérdida de competitividad que experimenta el club comunitario, de la que ya advirtió a finales del pasado verano Mario Draghi y de la que España no es inmune.
El descenso exportador en volúmenes hacia la Unión Europea fue del 0,7% en el conjunto del año. Cabe destacar la caída de Alemania, que se dejó un 1,3% de sus ventas con respecto a 2023, y de Francia, con un 1,6%. Fuera de la órbita comunitaria, en Reino Unido el retroceso fue todavía de mayor calado con un 5%, lo que revela que los daños colaterales del Brexit siguen siendo intensos.
La subida de dos décimas concede oficialmente a España un cierto balón de oxígeno si se compara con las balanzas comerciales de sus socios europeos. Pero el panorama no invita al optimismo ya que la alerta del ex presidente del Banco Central Europeo muestra la certeza de su diagnóstico. El resto del mundo fue por otro sendero en 2024. Las exportaciones de Estados Unidos avanzaron un 2,3%, las de China hasta un 7,1% y las de Japón, un 6,2%. Es decir, que Europa continúa soportando un lastre competitivo frente a sus grandes rivales en el orden económico internacional. A buen seguro, por el triángulo que dibujó Draghi: una factura energética que duplica la estadounidense y casi triplica la china, una brecha tecnológica que empieza a tomar tintes de gravedad y una rampante crisis industrial.
Todo ello, además, sin que todavía haya cuajado la escalada arancelaria contra la Unión Europea que perfila la Administración Trump.
Las importaciones españolas se han recuperado también de forma tenue: un 0,1% en su índice general y un 0,5% en términos reales, hasta consignar 424.000 millones. Así, se alejan de las caídas que experimentaron a lo largo de 2023, con del 7,2% en tasa general y del 5,4% tasa real. El precio de la energía, que se abarató el pasado ejercicio, no impidió que el déficit comercial superase los 40.276 millones. Eso sí, lejos de la barrera de los 70.000 millones de 2023, que obligó a pagar cifras desmesuradas por las necesidades energéticas del país en los 9 meses posteriores al inicio de la guerra de Ucrania.
Los números rojos de las mercancías, sin embargo, quedaron compensados por los servicios que convierten el desequilibrio de la balanza en un superávit abultado, que roza los 70.000 millones y que, en el cómputo de ventas de productos y prestación de servicios en el exterior, representan el 41,7% del PIB, según el Banco de España.
En cuanto a los servicios, según datos del Banco de España, en 2024, se registró un superávit de 48.400 millones de euros, un 21,6% por encima del ejercicio precedente, lo que representa el 3% del PIB, 3 décimas por encima del nivel que alcanzó en 2023. Los expertos del organismo regulador precisan que, en este indicador, los bienes y servicios aportaron 68.400 millones, un 16,3% más que en 2023, a los que el turismo y los viajes sumaron 9.600 millones.
En cambio, el saldo de las rentas primaria y secundaria, que incluye rentas del trabajo, inversión, impuestos y transferencias corrientes, amplió aún más su déficit que pasa de 19.100 millones en 2023 a los 20.100 millones en 2024, lo que contrarrestó parcialmente las ganancias en bienes y servicios. Aun así, la cuenta de capital se mantuvo en superávit, con 16.600 millones de euros en 2024, un leve aumento de apenas un 2,4% más que en el año precedente.
Todo ello deja la capacidad de financiación de la economía española en los 65.000 millones de euros, por encima de 56.000 millones de 2023.
El Banco de España precisa que el alza del superávit por cuenta corriente refleja la fortaleza del sector turístico y el comercio de bienes y servicios y la preocupación por el déficit en las rentas primarias y secundarias, que sigue siendo “un factor a considerar”.
La estadística de Comercio atestigua esta tesis porque los servicios empresariales han repuntado hasta un 31% desde 2019. En especial, ingeniería, construcción, consultoría, finanzas y seguros. En parte, debido a costes salariales competitivos de profesiones liberales y formadas. También han empujado hacia el saldo positivo la logística y el transporte, la postventa y las reparaciones, aspectos muy ligados al comercio de bienes. Sin embargo, en ambas rúbricas, sus importaciones también han sido intensas, lo que explica que no aporten tanto como el sector turístico.
Desde 2022, ejercicio en el que el turismo se recuperó de la Gran Pandemia, se ingresan por este concepto 100.000 millones de euros, mientras que los pagos al exterior de los españoles por turismo están en torno a los 30.000 millones. El gasto turístico se ha disparado un 23% sobre 2019.
Esta correlación revela los 70.000 millones de superávit comercial que aporta la industria del turismo y que se une al excedente de los servicios empresariales, que ronda los 35.000 millones, y constata el principal motor del saldo positivo exterior del último decenio, surgido a partir de las necesidades de vender en el exterior para compensar el desplome posterior al colapso financiero internacional de 2008 que, en el caso de España, se propagó hasta 2012 por la exigencia de recapitalizar los activos tóxicos de los bancos propiciados por la crisis inmobiliaria.
En paralelo, la Unión Europea ha disparado su superávit comercial a las puertas de la guerra arancelaria con Estados Unidos.
La caída de las cotizaciones del gas natural contribuyó decididamente en 2024 al saldo positivo entre exportaciones e importaciones europeas con el resto del mundo y que ascendió a 176.900 millones de euros en la zona monetaria, aunque se reduce a los 150.000 millones para el conjunto del club comunitario. En 2023, los socios del euro acabaron con un saldo positivo de 57.400 millones y la Unión Europea en su conjunto de 38.000 millones, según datos de Eurostat.
La lectura predictiva
Deterioro de contexto internacional
El Panel de Expertos de Funcas considera que el clima económico y comercial será desfavorable en 2025, un pronóstico que comparten a partir de los diagnósticos de organismos multilaterales como la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional, que vislumbra un riesgo creciente de fragmentación del comercio mundial, “siendo esta tendencia especialmente perjudicial para las economías más dependientes de las exportaciones como las europeas”. En un entorno incierto, los precios de las materias primas, entre las que destaca el petróleo, y de las inversiones en los principales centros financieros apunta a un ejercicio de especiales volatilidades.
La opinión del experto
Raúl Mínguez, director de estudios de la Cámara de Comercio de España
“El sostenimiento en 2024 de las exportaciones españolas de mercancías se ancla en la positiva trayectoria de las ventas agroalimentarias, con avances cercanos al 7%, frente al estancamiento de otros sectores como la química, la automoción, las semi-manufacturera o los productos energéticos”.
En contexto
El reto modernizador de los puertos puede sufrir alteraciones
El voluminoso superávit comercial europeo se desvela casi en paralelo al anuncio de la Casa Blanca de imponer represalias arancelarias a Europa sobre el acero y el aluminio -a todo el mundo- e incluir el IVA como criterio a contabilizar para su política de aranceles recíprocos. Europa, en palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que evitó pronunciar el término batalla comercial, ha advertido que Bruselas responderá con medidas “firmes y proporcionales” a una escalada de la que -dijo- “no va a beneficiar a nadie”.
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