Primer ensayo de decoupling de la globalización

 

La rivalidad Estados Unidos y China está generando ecosistemas de innovación e industria digital que vislumbran una fragmentación de mercados en dos bloques, produciéndose un decoupling.

“No es realismo mágico”, avisaba hace unos meses George Friedman, fundador de Geopolitical Futures, al analizar la batalla por la hegemonía tecnológica entre Estados Unidos y China, sino, más bien, “otra señal inequívoca” de que las alteraciones en el orden global y en los ciclos tecnológicos se ensamblan a la perfección y anticipan revoluciones industriales de tal envergadura que acaban solapando los modelos productivos. Friedman habla de “concordancias históricas recurrentes” que inducen a pensar en una suerte de pacto soterrado Washington-Pekín destinado a provocar una demolición más o menos controlada de la globalización que comenzaría por el boyante y dinámico mercado de la tecnología.  

No es la única voz reputada que se alza contra esta supuesta amenaza en ciernes. Jon Bateman, del Carnegie Endowment for International Peace, atisba signos similares. “Existe un decoupling parcial por la coexistencia, en los últimos años, de unos ecosistemas tecnológicos disgregados y forjados, en gran medida, por los moldes de la guerra arancelaria” que emprendió la anterior Administración estadounidense.

Aunque han cobrado mayor dimensión por los vetos comerciales y los controles a la exportación directa de bienes y servicios tecnológicos made in US del otoño de 2022 y, sobre todo, desde las restricciones a la importación de chips y semiconductores chinos -esenciales en el desarrollo de la digitalización y de la neutralidad energética-, la férrea vigilancia inversora a la transferencia de know-how o la retirada de licencias operativas de firmas chinas en el mercado americano que puso en liza la revisada estrategia comercial de la actual Administración la pasada primavera, añade Bateman. 

 

Guerra tecnológica: EEUU vs China

 

China tampoco se ha quedado de brazos cruzados. De hecho, se ha adelantado a estos acontecimientos, con iniciativas lanzadas a mediados de la década pasada que lograron una velocidad de crucero con el actual Plan Quinquenal 2021-25. La afrenta a la hegemonía de Estados Unidos en el orden geopolítico, económico y monetario internacional tiene en la tecnología su ariete geoestratégico inicial.  

Las dos superpotencias mantienen una guerra digital e industrial oculta que, sin embargo, no ha podido evitar emerger en momentos puntuales. Quizás el evento más visible ocurrió en 2018, con las sanciones sobre firmas chinas a las que Washington acusó de transferir secretos a la inteligencia de su país. Aunque en los últimos meses ha cobrado notoriedad por el acelerón de la carrera competitiva digital el año del boom de la Inteligencia Artificial (IA), en la que Estados Unidos y China mantienen sus espadas en alto. 

Al menos, así lo admite Washington, a juzgar por las conclusiones del informe de la Comisión de Seguridad Nacional sobre IA (NSCAI) creada en 2018 por la Casa Blanca y el Congreso americano con el objetivo de preservar el liderazgo tecnológico tras la Revolución Industrial 4.0 que impulsó el credit crunch de 2008 sobre la analítica avanzada del Big Data, el Machine Learning o el cálculo algorítmico. Estas ponen en cuestión el estatus hegemónico de Estados Unidos: “No estamos preparados para competir en la era de la IA”, espetó el presidente de la NSCAI y antiguo CEO de Google Eric Schmidt. 

En su opinión, su país necesita píldoras indigestas que le hagan recuperar el “esplendor perdido” porque “la irrupción china [en la vanguardia de la IA] ha dejado atónito al mundo y ha generado implicaciones de muy difícil comprensión”. Pekín actúa como “superpotencia digital” -alerta el informe-, como una especie de “alternativa innovadora a Estados Unidos capaz de protagonizar e impulsar un decoupling en toda regla” que agrave la brecha entre los dos ecosistemas tecnológicos que, en realidad, ya operan en los mercados.

Este “fenómeno constatable -avisa Schmidt- debe entenderse como una declaración hostil” a la que Washington ha respondido hasta ahora “sin estrategias claras”, lo que obligará en el futuro, a “tomar mayores riesgos si desea seguir defendiendo su independencia” digital. El ex dirigente de Google prologa el ensayo US-China Technological Decoupling de Bateman en el que conmina a la Casa Blanca a “construir diques de contención” sobre las transferencias de tecnología a China. O, dicho de otro modo, iniciar una fragmentación de bloques en este ámbito. 

 

Tecnología como estrategia de seguridad nacional

 

Gregory Allen, del Center of Strategic and International Studies (CSIS) ilustra incluso con mayor precisión este juego geoestratégico que detonó en 2018 con la “supervisión estricta” sobre las operaciones de firmas chinas en suelo americano y las billonarias inversiones del 5G a lo largo y ancho de los espacios industrializados y emergentes: “China comprendió entonces que la tecnología y los chips pasaban a considerarse sectores estratégicos y elementos de seguridad nacional y que, más que esforzarse en eludir los sofisticados vetos americanos debía concentrar sus fuerzas en desarrollar sus propios prototipos digitales”. 

De manera que, el 7 de octubre de 2022, cuando la Casa Blanca firmó los bloqueos tecnológicos a China, el gigante asiático “había alcanzado progresos espectaculares”, hasta el punto de contribuir a la aprobación de la Inflation Reduction Act (IRA) y sus 465.000 millones de subsidios a la industria verde y tecnológica americana. Una ley proteccionista “de manual” -enfatiza Baterman-, con la que Estados Unidos “puede drenar la hemorragia, pero sin controlar el decoupling en marcha, ni revertir el déficit tecnológico adquirido”.

Al menos, a medio plazo. El investigador de Carnegie resalta que esta brecha digital “ha debilitado el dominio tecnológico” de Washington; esencialmente, “por los lazos inversores, empresariales, con universidades y en materia de conocimiento, innovación e I+D o de capital humanos de años con China, a pesar de sus prácticas comerciales de dudosa legalidad internacional”. 

 

China adelanta a Estados Unidos

 

De igual modo, estudios como el del Australian Strategic Policy Institute, certifican este receso estadounidense en competitividad digital. Los expertos del ASPI afirman que China antecedía a Estados Unidos en 37 de los 44 campos de investigación y producción tecnológica claves para el desarrollo de la IA entre 2018 y 2022 y alertan a “todas las democracias occidentales” que están perdiendo terreno en los desafíos que demanda la digitalización.

Un salto inducido por otro decoupling, el científico, en el que el sorpasso chino a Estados Unidos en cantidad y calidad innovadora -Pekín lidera el Nature Index de investigaciones publicadas y de patentes de IA-, coincide con episodios cada vez más nítidos de fragmentación de mercados, de proteccionismo mercantil por razones de seguridad nacional y de fortalecimiento de vínculos comerciales entre países aliados que están dando pábulo a la quiebra del multilateralismo, la globalización y la gobernanza geopolítica y económica mundial, matiza The Economist.

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