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Donald Trump prometió en campaña utilizar los aranceles como herramienta de política exterior. En el ecuador de sus primeros 100 días de gestión, su memorando America, First, Trade Policy se ha transformado en órdenes ejecutivas que han elevado aranceles de sus principales socios comerciales pero sus efectos amenazan con fragmentar la globalización.
“Arancel es la palabra más hermosa del diccionario”. La frase de Donald Trump en campaña no dejaba lugar a dudas, porque, además, la hizo acompañar de un férreo compromiso personal de declarar una histórica batalla arancelaria con la máxima urgencia. La versión Trump 2.0 retrotrae a Estados Unidos al Siglo XIX al incrementar gravámenes a la importación a todos los países, los más pronunciados dirigidos a latitudes de Asia, aunque indistintamente a aliados y rivales geoestratégicos.
Sin embargo, la declaración de intenciones de la Casa Blanca, pese a ser esperada, no dejó de sorprender a las cancillerías de todo el mundo y a los mercados de capitales que cayeron a plomo nada más conocerse la dureza de la escalada arancelaria. Trump anunció que Estados Unidos impondrá tarifas en venganza, según sus palabras, por el injusto trato recibido por la primera economía mundial durante décadas. El resultado de este viraje, iniciado desde el mismo desembarco de Trump en el Despacho Oval, es un muro de protección alrededor del mercado estadounidense similar al de finales del Siglo XIX.
Analistas de mercado y observadores internacionales inciden en que Estados Unidos ha adquirido excepcionales retornos de beneficios y ganado niveles de prosperidad sin parangón en la historia a través de un proceso de globalización que ahora Washington parece querer quebrar al poner en el disparadero las reglas de juego que han regido el comercio internacional desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cimentadas en el libre tránsito de mercancías, servicios, capitales y trabajadores.
Pero, ¿qué supone el Día de la Liberación Arancelaria? Y, sobre todo, que daños colaterales crea a Estados Unidos y al resto del planeta.
La revisada política comercial estadounidense ha mostrado un póker de medidas proteccionistas que han generado un desafío mayúsculo a las empresas con vocación exterior. Desde aumentos de costes, a recortes de ingresos, modificaciones contractuales o disrupciones en sus cadenas de valor y en los canales logísticos. Todos los actores del negocio comercial estarán sometidos a cambios estructurales.
- Gravámenes al acero y al aluminio: Insertos en la llamada Sección 232, Trump deja sin efecto las exenciones a la adquisición de materias primas metálicas y a las específicas de cada país. Las importaciones del acero y el aluminio se sitúan en el 25%.
- Aranceles a Canadá, México y China: Los tres focos iniciales de las represalias arancelarias de la versión Trump 2.0. Para sus socios norteamericanos del USMCA (United States-Mexico-Canada Agreement) la imposición es del 25%, pese a la tregua negociadora que duró apenas una semana. También sobre el acero y el aluminio. Ottawa reaccionó con una represalia similar sobre importaciones de su vecino meridional por valor de 21.000 millones de dólares. En cambio, México se ha decantado por enterrar el hacha de guerra. Al menos, inicialmente. El gran suministrador de Estados Unidos registró más de medio billón de dólares de ventas a su aliado del norte en 2024 (en concreto, 505.851 millones) ante el peligro real, según el consenso del mercado, de que el segundo PIB de América Latina entre en números rojos con unos aranceles de tal dimensión. Moody‘s calcula que provocará un desplome de la economía mexicana de entre 0,5% a 1% en 2025. Por su parte, China ya ha puesto sobre la mesa su lista de gravámenes a Estados Unidos como respuesta a la presión arancelaria anunciada por Washington, además de restringir las ventas a su sector exterior a una quincena de empresas americanas por invocación a la seguridad nacional, prohibir a otra decena operar en suelo chino, o suspender ventas de minerales críticos, tecnología punto y material armamentístico. Así como denunciar a la Casa Blanca ante la Organización Mundial del Comercio.
- Alteración de la pasarela transatlántica: La Unión Europea también ha contraatacado con reprimendas a un amplio abanico de bienes estadounidenses por valor 26.000 millones de euros: del bourbon a vaqueros Levi’s o motocicletas Harley-Davidson. Con pauta negociadora. En total sobre 28.000 millones de dólares. Y una segunda ráfaga a electrodomésticos, cosmético o artículos de cuero o agrícolas.
- Aranceles recíprocos: Tarifas que Estados Unidos quiere imponer a los productos importados de otro país, con aranceles iguales o similares a los que ese otro país aplica a sus exportaciones. Afectarían especialmente a mercados emergentes. Pero van más allá porque Trump ha encomendado a sus dos máximas autoridades comerciales - el alto representante y el secretario de Comercio- una profunda revisión de todos los gravámenes bilaterales con objeto de equiparar los aranceles con el propósito de imponer estos aranceles a toda barrera fiscal, regulatoria y comercial bilateral. Por ejemplo, contra la tributación por el IVA europeo. Este esquema operativo perfilado por la Administración Trump es el que sustenta el nuevo mapa comercial de Estados Unidos.
- Aranceles obligatorios del 10%, con excepciones: Por supuesto, al alza, e invocación a razones de seguridad nacional que, en realidad, esconde un inimaginable proteccionismo productivo en el arquetipo de la libertad de mercado. Por ejemplo, alcanza el 20% en el caso de la Unión Europea y el 34% con China. Todo ello se suma a sus primeras órdenes ejecutivas, de comienzos de febrero, contra las importaciones de Canadá y México (25%), sus aliados en el USMCA, el Nafta 2.0 que el propio Trump cinceló a su imagen y semejanza en 2018, en su primera legislatura, al que se añadió con posterioridad la UE. Son los tres focos exteriores que más contribuyen al hondo agujero comercial estadounidense. Pero no los únicos. Esta es la lista de países que soportarán, en principio, un gravamen superior al 10%.
- Los automóviles, en el punto de mira: El arancel a la industria automotriz (del 25%) afectará a un negocio de 460.000 millones de dólares, el valor de las importaciones de vehículos de Estados Unidos, que incluyen casi 150 categorías aduaneras desde el 3 de mayo y que abarcan motores, transmisiones, baterías de litio o componentes como amortiguadores o cable, además de bienes informáticos como pantallas o escritorios digitales. La industria europea, en especial la alemana, es la mayor damnificada.
- El mundo de los negocios, en estado de shock: Empresas e inversores aún intentan asimilar los detalles del nuevo mapa arancelario de Trump. El termómetro bursátil elevó el mercurio hasta cotas desconocidas desde el colapso creditico de 2008. “Las importaciones a Estados Unidos se enfrentarán ahora a un arancel promedio ponderado del 24%”, según la firma de investigación Evercore ISI. El dólar se desplomó a mínimos de 6 meses frente al euro y a divisas refugio como el yen y el franco suizo. “La magnitud de los aranceles superaron las expectativas y los mercados comprendieron que las tarifas americanas tendrán un impacto significativo sobre el comercio, la economía y la inflación mundiales”, alerta Mona Mahajan, directora de estrategia de inversión de Edward Jones. El S&P 500 perdió el Día de la Liberación Arancelaria 2,4 billones de dólares en valor, su mayor pérdida diaria desde que la Gran Pandemia (16 de marzo de 2020).
Pero este elenco arancelario deja varios asuntos sin resolver. Entre otros, estos dos que resalta el Center for Economic Policy Research (CEPR):
¿Están sujetos a aranceles los bienes regulados por contrato?
Los expertos insisten en que será dictaminado en cada caso, pero se decantan por asegurar que dependerá de la nacionalidad del país emisor. No será sencillo. Aumentará la litigiosidad. Además, variará en función del arancel que podría oscilar incluso a diario o anularse con la misma celeridad.
¿Pueden los aranceles justificar incumplimientos de alguna de las partes?
Reclamación por vía de reparación. Su éxito dependerá de la claridad con la que quede consignada tal prerrogativa. En ocasiones, podría ser así. Por ejemplo, en supuestos en los que una parte se enfrenta a un aumento de costes, puede invocar una cláusula de fuerza mayor. O si una cláusula exime a una de ellas de responsabilidad por incumplimiento causado por acontecimientos concretos. Si bien, los tribunales se muestran reacios a aplicarlos por costes, precios o condiciones de mercado.
La lectura predictiva
Deterioro de los flujos comerciales
El Instituto Peterson calcula que alrededor del 48% de las importaciones de EEUU proceden de mercados con los que Washington no tiene formalizados acuerdos de libre comercio o con China. Entre ellos figuran la UE, el Reino Unido y Japón, cuyas compras se gravan con las tarifas asignadas al estatus de Nación Más Favorecida (NMF) tal y como lo define la OMC. Un tipo arancelario del 10% aumentaría sustancialmente los costes a su importación que, en el caso de la pasarela transatlántica, tienen un promedio de un dígito y añadiría presiones inflacionistas a la economía estadounidense. Pero también dañarían al sector exterior americano. En 2023, el 73% de sus exportaciones a la UE entraron en el mercado interior con aranceles cero.
La opinión del experto
Patrick Minford, profesor de la Cardiff Business School
“Según nuestro modelo predictivo sobre la evolución del comercio mundial con la escalada arancelaria de la Administración Trump, el principal impacto distorsionador recae sobre EEUU, y no solo por los daños colaterales sobre su economía, con un posible episodio de estanflación u otro probable de recesión, sino por la disminución de la demanda de sus exportaciones. Solo hacia la UE, su retroceso puede ser ya este año del 1,25%”.
En contexto
Alta volatilidad con freno comercial e inversor
El FMI advierte sobre un “riesgo significativo” para la economía mundial por los aranceles de Trump e insta a Washington a reconsiderar su escalada comercial ante la sacudida de los mercados y el elevado grado de incertidumbre de una medida que no generará ganadores y que, por el contrario, suponen un acto de “intimidación” que conduce irremediablemente a una guerra económica global.
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